jueves, 1 de noviembre de 2012

Emilio Santisteban / 06-03-12

ENSABAP

¿Cómo fue tu proceso como alumno de arte?
¿Alguna vez sentiste que te exigían ser algo que no eras?
¿Cómo hiciste para creer en tus propuestas?


Hola Daphne:
Agradezco mucho tu aprecio a mi trabajo, bastante modesto en realidad. No te sientas frustrada ni disminuida por no identificarte con las formalidades de la Escuela. No es necesario que uno se identifique con una escuela en la que se está estudiando; al contrario, quienes se sienten identificados con la escuela en que estudian -con cualquier escuela en que se sea estudiante- suelen ser, ya de profesionales, la reproducción exacta de un molde. Tampoco hay que enorgullecerse de no identificarse con una escuela y sus formalidades: no tiene nada de especial; toda escuela profesional o universidad necesita ordenar su plan de enseñanza y plantearse un perfil aproximado del tipo de profesional que egresa de sus aulas, y ello obliga, sí o sí, a establecer ciertas formalidades que, desde un punto de vista son menos formales, y desde otro punto de vista serán vistas como muy formales. De modo que la escuela perfecta para uno no existe, a menos que uno esté buscando su molde para ser copia; y de modo, también, que si uno no se amolda debe sonreír, y lejos de enfrentarse al molde de formalidades, ver qué aprende de él.
Soy testigo de muchos de los cambios que ha emprendido la Escuela en los últimos siete años. Créeme que no es nada formal si se compara con lo que era en los tiempos en los que yo estudié. En mi época, si estudiabas pintura, por ejemplo, sólo te estaba permitido pintar al óleo; podías cambiar de soporte, pero de todos modos pintabas al óleo, ni siquiera con acrílicos o temple, algún medio clásico distinto al óleo. Además de ello, en primer año de todos modos hacías sólo bodegón, en segundo sólo retrato, en tercero sólo medio cuerpo desnudo, en cuarto y quinto desnudo, y en sexto (había sexto) tenías que hacer abstracto y no había otra. Jamás ninguna otra cosa... en los cursos. Simplemente durante los estudios me dediqué a sacarle el jugo (aunque pareciera un jugo agrio y insípido) a los cursos y a los profesores que los dictaban; lejos de oponerme o revelarme, hacía exactamente lo que me pedían que hiciere, pero les preguntaba siempre "cuál es el objetivo de este ejercicio profe, en qué debo concentrarme para aprender, a qué debo ponerle atención". De modo que aún lo que me pareciera más "anticuado", "rígido", o simplemente formal, me aportaba algún aprendizaje, el que fuere. Aparte de ello, en las horas intermedias entre cursos, hacía lo que quería experimentar: objetos, instalaciones, picto-esculturas, pinturas con esmaltes y cemento, etc. En vacaciones hacía performance. En los exámenes presentaba todo lo que el curso pedía, y luego solicitaba permiso para presentar "cosas mías aparte". Nuca tuve problemas y aunque sólo de vez en cuando algún profesor del jurado me decía algo interesante sobre mis experimentos, siempre me los aceptaban ver y criticar aunque no fueran parte del curso: la razón era simple, si pedían 4 cuadros, yo hacía 14 cuadros del curso, además de mis experimentos. Lo menos que podían hacer era ser amables conmigo y aceptarme las cosas que hacía extra. Nunca fui formal con la escuela, pero siempre cumplí las formas; y créeme que no me arrepiento, porque aunque nunca más pinté "como me habían enseñado", innumerables veces me descubrí aplicando de otra forma lo que había aprendido en uno de esos talleres rígidos, formales y académicos.
El secreto está en tu mente y su modo de aprendizaje, no en la forma de la enseñanza.
No, nunca (sentí que me exigían ser algo que no era). Como deducirás de lo que te he comentado, siempre tuve claro que una escuela tiene la obligación de imponerse a sí misma un método y unas formas de enseñanza (de lo contrario sería el caos). Lo que la escuela es como institución metódica no tiene nada que ver con lo que sean las personas que estudian en ella. Uno no "es" en una escuela de arte, uno simplemente está viendo qué aprende. Algo que siempre tuve claro es la enorme diferencia existente entre una obra de arte y un ejercicio para aprender a hacer obras de arte. Si uno pretende estar haciendo obras de arte mientras se estudia en una escuela formal, será mejor que sea franco, se crea genio iluminado, y se retire de la escuela para seguir un camino autodidacta... si en serio cree que no tiene que dedicarse a aprender por ahora.
No hice nada para creer en mis trabajos. Uno cree en lo que hace o no cree en lo que hace. Como tuve claro que era estudiante aprendiendo, nunca me hice problemas con eso. Sin embargo, regularmente obtenía satisfacciones de mis experimentos fuera de cursos, que también eran ejercicios de aprendizaje; y recuerdo que lograba satisfacciones de otra escala y otro tipo con los ejercicios formales indicados en los cursos. Es curioso, porque aunque para mí mis experimentos fuera de cursos eran solamente eso, experimentos, pruebas, para mis colegas de estudio eran lo más notorio de lo que hacía. Más de veinte años después, todavía me encuentro con compañeros de aulas que me dicen que yo nunca pintaba, a pesar de que siempre lo hacía (siempre con notas que oscilaban entre 18 y 20, de modo que satisfacía las expectativas académicas), y solía presentar más pinturas de las solicitadas... pero alguna confianza debo haber transmitido, porque mis colegas de estudios sólo recuerdan mis cosas que no eran pintura...
Espero haberte ayudado.
Un beso.
E.

Daphne; son 27 años desde que ingresé a la Escuela, así que me perdonarás la fragilidad de memoria. La idea es la misma, pero igual trataré de precisar la secuencia de formalidades de que te he hablado. Me parece que en realidad era: primer año y segundo (los dos), bodegón; tercero recién era retrato; cuarto medio cuerpo desnudo; quinto desnudo, y sexto lo que llamaban "crear", que en realidad era "hagan abstracción lírica o abstracción geométrica, mezcladas con elementos figurativos". Algunas veces entre segundo y cuarto, algunos profesores hacían salidas a pintar paisajes, como un ejercicio extra. A esa secuencia es que añadía mis experimentos con otros medios y otros objetivos comunicativos, y los presentaba como adicionales al final de los exámenes. Sólo las performances vacacionales y de fines de semana no las presentaba, simplemente porque no hacía registros de ellas (salvo cuando hice Desatorador en 1990 antes del inicio de sexto año) y porque aunque hubiera tenido registros, ya eran completamente ajenas a lo visual plástico y hubiera sido un desatino pretender que los profesores de pintura me las criticaran. Si uno se matricula en una escuela de pintura, escultura y grabado clásicos, como era en mi época, es error de uno y no de la escuela pretender que ésta enseñe y evalúe otra cosa más allá de ciertas pocas licencias.
Un abrazo.
E.

Daphne, a veces el talento está lento... pero está. Es cosa de ver, como dices, el lado bueno; pensar cómo aprender algo siempre. Luego dará frutos que no puedes imaginar ahora. No te preocupes por juzgar si tienes o no talento, si lo tienes mucho o poco: eso es cosa de egos, y el arte (y cualquier cosa que uno quiera hacer bien) no es tema de ego. El ego debe estar fuera, desterrado. Las gracias a ti más bien, por tu confianza.
Un beso.
E.

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